Todo comenzó en 2021.
Ese día, navegando por Facebook, vi una publicación que me marcó para siempre. Una chica mostraba a una cachorra que había sido abandonada, maltratada, y tenía una soga atada al cuello, de menos de un metro. Además, presentaba una herida profunda en la garganta que, a su vez, afectaba un ganglio salival, lo cual le dificultaba alimentarse y provocaba una pérdida de peso impresionante.
Por suerte, una chica increíble llamada Mir la rescató y cuidó, pero al tener otros animales, mantener a Kali —que estaba muy asustada y traumatizada— era un riesgo. Nadie quería adoptarla, hasta que decidí dar el paso. Sentí que tenía que hacer algo. Le ofrecí un hogar, algo de ese amor que nadie le había dado, porque ellos solo saben dar amor sin pedir nada a cambio.
Muchos conocidos me decían que no debía adoptarla, que era peligrosa por su raza, que no sabía en lo que me estaba metiendo. Pero no les hice caso. Y ese fue el momento que cambió mi vida.
Kali, esa cachorra maltratada, se convirtió en parte fundamental de mi vida. La adopté, y desde entonces la cuidé con todo lo que tenía. Aprendí lo que realmente significa cuidar de alguien cuando las circunstancias no son fáciles. La situación económica ya me complicaba seguir dándole la calidad de vida que quería para ella.
En 2024, perdí mi trabajo por problemas en la empresa. Desde ese momento todo se volvió crítico. La vida que llevaba con ella se veía amenazada, y pensar en darla en adopción por no poder seguir manteniéndola era una idea que me destrozaba. Ella es mi sostén emocional, mi compañera, mi motor.
No podía dejar que su historia volviera a ser de abandono y dolor. Y, como muchos saben, las razas consideradas PPP (perros potencialmente peligrosos) suelen ser estigmatizadas y usadas con fines crueles que ni siquiera quiero nombrar.
Desesperado, sin ingresos y con el peso del alquiler, la comida y sus necesidades, se me ocurrió una idea: crear algo que no es mucho, pero que sale del corazón. Algo que me permita seguir con ella y al mismo tiempo dar una mano a otros animales.
Así nació StreetSoul – Alma Callejera.
Una marca creada con amor, para seguir dándole a Kali lo que merece y para ayudar a otros animales que, como ella, pasaron por el abandono y el dolor. Esta tienda no solo vende productos: cuenta una historia. Una historia de lucha, amor incondicional y de almas callejeras que merecen lo mejor.
Hoy solo sueño con que esta marca crezca, con llegar a más personas, para seguir dándole a Kali la vida que siempre le prometí. No voy a bajar los brazos. Ella solo me dio amor, y yo voy a dar todo de mí para cumplir con ella.
Gracias por tomarte el tiempo de leer esto. Si llegaste hasta acá, te lo agradezco de corazón.